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domingo, 7 de enero de 2024

La virgen de todos


Sin temor

No hay nada que perder

Al final, moriremos



Mi padre le dijo a Rubio, Virginia es una puta, que no le convenía vivir conmigo, que le haría sufrir, Rubio le pidió a mi padre que me respetara y que ya era muy tarde, yo estaba embarazada; sonreí burlona mientras miraba a mi padre, la verdad es que no sabía de quién era ese hijo, les quise colgar el paquete a otros y solo Rubio lo aceptó, es tan pendejo que cree que me embarazó con una sola cogida, ni que fuera tan macho; mi padre estaba encabronado, me cacheteó lo que quiso, Rubio no logró impedirlo. Mi padre me hizo mujer, al igual que a mis dos hermanas, este hijo puede ser de él, mi madre sabe lo que mi padre nos hace desde hace años, nunca dirá nada porque mi padre podría matarla a golpes.


Rubio es muy trabajador, aunque no le llega ni a los talones a mi padre, mi padre es más fuerte, todos les respetan, aún se chinga a mis cuatro hermanos que ya se han casado, yo soy la más chica y la consentida de mi padre, mi madre siempre se ha sentido celosa de mí, yo que culpa tengo.  Vivimos un tiempo en casa de mi padre, ahí nacieron  mis seis hijos, uno tras otro, hasta que a Rubio no le gustó como me tocaba las nalgas mi padre, en casa de mi suegra fui más libre, sin la vigilancia de mis padres, mis hijos chicos son cuidados por los dos más grandes, les lleno de dulces y con la televisión de bulbos que les regaló mi padre se entretienen, hago lo que me da la gana.


Rubio me gustó por ser como un catrín, limpio y perfumado; su cabello rubio siempre bien peinado con vaselina, sólo eso me llamó la atención, parecía riquillo, vivo un poco mejor que con mis padres, no me falta nada. Después de que mi padre se acostó conmigo, he tenido muchos novios, con todos me he acostado y lo sigo haciendo, no me importan mis hijos, ni Rubio, nadie. El parque que está cerca a mi casa es donde me cito con Chico, siempre me está esperando, se llama Federico, es chaparro, negro, con su saco negro, todo lustroso de mugre, un cabello lleno de vaselina, con un mechón lacio que nunca se queda en su lugar, apesta a cigarro y a alcohol; siempre tiene una botella lista para mi garganta seca, me empuja en los columpios, me enamora al oído y entre esos árboles y el pasto, me coge; Chico es el que coge mejor, aunque no supera a mi padre.


Rubio me pone mis chingas, me defiendo y le doy con lo que tenga a la mano, nunca seré su pendeja; descuido a mis hijos y siempre le robó comida a mi suegra, odio cocinar y limpiar y atender niños; lo único que quiero es disfrutar mi juventud.  Cantar, fumar, beber entre mis novios es lo que más me gusta, mi padre me dijo que siempre dijera que aún era virgen y que nadie notaría que no lo era; con todos los que me he acostado saben que soy virgen, en la pulquería todos gritan y cantan, Virginia es la virgen de todos; hay un privado para mujeres, siempre mojado de pulque, orines y porquería, ahí me cogen todos los días; mis hijos son morenos, blancos y uno es negro, el negro es de Chico, es igualito a él, ojalá no salga tan Chaparro.


Todas las viejas chismosas que me conocen ya le fueron con el cuento a mi suegra y a Rubio; mi suegra me dice que piense bien lo que hago, que no vaya a causar una tragedia, pinche vieja metiche, Rubio es más fácil de controlar con mis lagrimitas, maldigo a las vecinas, porque solo envidian mi belleza, amenazo con irme con mis hijos y nos reconciliamos; Rubio creerá que soy virgen las veces que se lo repita.


Llegó una nueva vecina, nuestros hijos jugaban en ocasiones, ella nos invitó a una fiesta de cumpleaños de sus gemelos y ahí conocí a su hermano, Lerdo, casado y con hijos; también le dije que era virgen.  Todos mis novios siempre me invitaban bebida, sexo, regalitos, algo de dinero y dulces para sus posibles hijos; con Lerdo fue la primera vez que me cogían en un carro, conocí un hotel y bebí mejores vinos; me olvidé de mi padre, de Chico, de Julito, de Paquito, de todos, mientras estuve con Lerdo no extrañé ni el pulque, ni la cerveza, ni salir dando tumbos de la pulcata entre los brazos de mis novios.


He dejado todo por Lerdo, mis hijos siempre fueron un estorbo, mis padres me cachetearon por puta y me exigieron volver con mi familia; por un tiempo, me dediqué a Lerdo y al hijo que tuvimos, nunca había sido tan feliz.  Con los años, Lerdo tuvo otras mujeres, a su esposa jamás la abandonó.  Gracias a mi padre, tuve donde vivir, siempre fui su favorita.  El hijo de Lerdo era idéntico a su padre, creo que por eso no lo boté, siempre creí que Lerdo volvería a mí, por su hijo y volvería a amarme, fui tan pendeja.


Enferma, tirada en una cama, fastidiada y deseando que se larguen los hijos de Rubio; sólo los recibo porque me traen dinero, sus palabras de cariño y sus caricias no me impresionan, no siento nada por ellos, siempre vienen acompañados de sus familias, muchas veces he notado sus ansias de preguntarme cosas, tendrán muchas dudas de por qué los abandoné siendo tan pequeños, dudas que jamás aclararé, me hartan, quiero mandarlos a la chingada, a todos.


En esta soledad, abandonada, vieja, recuerdo a mis novios, Chico y todos ya han muerto, igual que Rubio y mi padre; siempre recuerdo la fiesta de la pulcata, los brindis y los volados para ver quien se acostaba con la virgen de todos; era adorada, deseada, importante, esos borrachines jodidos me dieron un lugar que nadie me dio, se que moriré pronto y aunque nunca he dejado de esperar el regreso de Lerdo, quien aún vive; vivo llena de recuerdos, de aquellos columpios donde, fumando, bebiendo, Chico me decía cosas bonitas, Chico me quería de verdad, siempre robaba para comprarme mis antojos, me cargaba en sus brazos para llevarme hacia el pasto y los árboles del parque y mostrarme su amor; lo extraño tanto.  El hijo de Lerdo ni siquiera me arrima un vaso con agua, está esperando que me muera para quedarse con mi habitación, le urge para uno de sus hijos y su nuera; fue al único que cuidé y malcrié; cría cuervos …, decían mis padres.  


Mis hermanas también murieron, mis hermanos aún viven, mi madre me ha dejado su casa, aunque se que murió odiándome, esto no se lo he dicho al hijo de Lerdo, a este desgraciado nada más le interesa el dinero, ya lo sabrá cuando yo muera, hice un testamento, los hijos de Rubio no merecen nada, todo será para el hijo de Lerdo, sólo con una condición que se anotó en el testamento, que en mi tumba se pueda leer: “Virginia, la virgen de todos”.







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