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jueves, 14 de marzo de 2024

Un café para mi tristeza (2)



 Era de noche cuando Volví a casa, iba llena de tristeza, no había logrado vender ninguna de mis mercancías, mis hijos se contenían de preguntar si les llevaba algo de comer, sus ojitos ansiosos los delataban, tenían hambre, les llené de besos y abrazos y les pedí perdón por no haberles dado un bocado que llevarse a la boca ese día.  Preparé un poco de café, en la despensa vacía había encontrado un poco de café legal en un sobre viejo y caducado, esa fue la comida de ese día, un jarro de humeante café sin azúcar, les endulcé el momento con anécdotas divertidas, mis hijos fingieron sus sonrisas, lo sé, aman a su madre y no dudaron el ocultar la tristeza ante la desolación que estamos enfrentando.

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Mi esposo bebió como todos los días, es la primera vez que me ofende a gritos, incluso con jaloneos me  pidió que abandonara la casa, los vecinos se asomaban por sus ventanas, todos escucharon sus insultos y el escándalo por hecharme en plena calle.  Bebo un café caliente con dos cucharadas de azúcar, quiero endulzar la amargura de mi ser y el bochorno de ser maltratada ante las miradas curiosas, algunas discretas y otras descaradas; lloro, es inevitable, en cada sorbo de café planeó varias estrategias, pero, termino llorando inconsolable, me siento cobarde, no le abandonaré, bebo a grandes tragos el resto de café y humillada, voy al lecho, con mi esposo ebrio.  

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Mi madre nos abandonó por otro hombre, sentí odiarla, deseándole la muerte, soy muy joven y no entiendo cómo el amor también puede romper a otros por simplemente existir, también entiendo que hago mal al tener estos sentimientos que me hacen tanto daño, al leer estas historias de tristeza y un café, comparto la mía.  Uno más que toma a sorbitos y soplando un café caliente, ya me quemé el hocico y espero que haga lo mismo con mi tristeza y el dolor de no tener a mi mamá. 

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viernes, 12 de enero de 2024

Dueña y señora


Botón de rosa
Se abre y se marchita
 


No sólo la odiaba y la maldecía, actuaba, acudí con personas que hacían brujería, le hicieron de todo, hasta le hecharon el muerto, sin dificultades, obtuve su ropa interior y cabellos de su cepillo de peinar; me robó el cariño de mi padre, ocupó el puesto de mi madre, cómo quisiera que se muriera, Ana,  la mujer de mi padre.  Llegó demostrando cariño hacia nosotras, Manola, mi hermana y yo la recibimos de mala manera, protestamos cuanto fue posible para que mi padre no la trajera a casa, sin éxito; nos ha tratado bien, no lo puedo negar, es muy hacendosa y disciplinada, pero no puedo evitar mi aversión hacia Ana; le permití un poco de acercamiento, me convenía, porque se encargó de tenerme todo siempre dispuesto en la casa, nos atendía como niñas, yo no levantaba ni un dedo, Ana estaba para ser la esclava de nosotros, nunca la dueña y señora de aquí.


Manola, terminó por encariñarse con ella, es tan idiota, le cree su cuento de buena madre; Ana hizo todo por pedirnos que le apoyáramos en el aseo de la casa, cosa que jamás admití, pero, Manola, en su pendejez, la apoyó, de ahí surgieron conflictos interminables, le daba sus patadas a Manola por doblar las manos, siempre sin ser vista por mi padre, hasta la hacía llorar con mis golpes, hasta que me descubrió mi padre en plena golpiza que le estaba dando a Manola, en el jardín de la casa, seguramente, esa maldita vieja nos hechó encima a mi papá.

Huí de casa, tenía suficiente para largarme,  le robé dinero a mi papá durante mucho tiempo y él ni siquiera se daba cuenta y si notaba algún faltante, culpaba a Manola, ella es mayor por dos años que yo y cuando llegó su vieja, la culpa fue para ella; Manola siempre me protegió, me encubría en todo, dice que me ama más que a nada en el universo, pues que lo demuestre.  Hice todo lo que me dio la gana, ya había tenido sexo desde los trece años, ahora, a mis veinte, es lo único que me interesa; Manola, siempre llamó la atención de mis novios, dicen que es muy guapa, aunque yo la veo muy fea y flaca; dicen que es muy dulce, yo la veo penitente.  Mi padre nunca se enteró de  mis citas en nuestra casa, aprovechaba el tiempo que se ausentaba para trabajar, me enamoraba de verdad y correspondía con más cuerpo que alma.  Nunca me he embarazado, por suerte, algunos novios han usado condones, sin embargo, yo no lo prefiero, no se siente igual que al natural.  Hubo una ocasión en la que Ana me cachó en la movida con uno de mis novios, en el jardín, ese jardín está maldito, a solas, Ana me intentó dar consejos, como si le importara de verdad y no se lo dijo a mi padre.

Cuando se me agotó el dinero y nadie me quizo en su cama, volví a mi casa, altanera y más grosera, mi padre me recibió con los brazos abiertos, todos lloraron conmigo.  Dejé de estudiar, por mas intentos que medio hice, nunca logré terminar la prepa, estoy trabajando, así no tengo que soportar a Ana y a la tonta de Manola; mi madre nos abandonó cuando éramos pequeñas y cuando aparece, sólo es para pedirnos dinero, por un tiempo mi padre le daba suficiente, envuelto en un mar de lágrimas, porque decía que aún la quería, después de años, apareció esta vieja y aquí está de metiche, ocupando el puesto de mi madre.

Ana está perdiendo su largo cabello castaño, ya tiene varias partes calvas en su cabeza, se ha sentido enferma y constantemente acude al médico, quiero que sufra y después que se largue.  Algunos de los trabajos de brujería que pagué hizo efecto, no me arrepiento, aunque veo preocupados a mi padre y a Manola por la salud de Ana.  También pedí que le hicieran un trabajo a mi mamá, para que regrese con nosotros, cuando se largue Ana, pero sólo nos llama por teléfono para pedirnos más dinero.  Manola, sospecha, dice que ve maldad en mí, ahora resulta que es bruja o adivina y yo pagando por fuera tantas brujerías, le suelto una carcajada, diciendo que soy más inocente que ella, mi boba hermanita.  Por ahora, debo esperar a que la brujería funcione, me pidieron paciencia y ya no veo el día en que Ana salga de mi casa para siempre y mi madre vuelva a ocupar su lugar de dueña y señora de esta casa.







domingo, 7 de enero de 2024

La virgen de todos


Sin temor

No hay nada que perder

Al final, moriremos



Mi padre le dijo a Rubio, Virginia es una puta, que no le convenía vivir conmigo, que le haría sufrir, Rubio le pidió a mi padre que me respetara y que ya era muy tarde, yo estaba embarazada; sonreí burlona mientras miraba a mi padre, la verdad es que no sabía de quién era ese hijo, les quise colgar el paquete a otros y solo Rubio lo aceptó, es tan pendejo que cree que me embarazó con una sola cogida, ni que fuera tan macho; mi padre estaba encabronado, me cacheteó lo que quiso, Rubio no logró impedirlo. Mi padre me hizo mujer, al igual que a mis dos hermanas, este hijo puede ser de él, mi madre sabe lo que mi padre nos hace desde hace años, nunca dirá nada porque mi padre podría matarla a golpes.


Rubio es muy trabajador, aunque no le llega ni a los talones a mi padre, mi padre es más fuerte, todos les respetan, aún se chinga a mis cuatro hermanos que ya se han casado, yo soy la más chica y la consentida de mi padre, mi madre siempre se ha sentido celosa de mí, yo que culpa tengo.  Vivimos un tiempo en casa de mi padre, ahí nacieron  mis seis hijos, uno tras otro, hasta que a Rubio no le gustó como me tocaba las nalgas mi padre, en casa de mi suegra fui más libre, sin la vigilancia de mis padres, mis hijos chicos son cuidados por los dos más grandes, les lleno de dulces y con la televisión de bulbos que les regaló mi padre se entretienen, hago lo que me da la gana.


Rubio me gustó por ser como un catrín, limpio y perfumado; su cabello rubio siempre bien peinado con vaselina, sólo eso me llamó la atención, parecía riquillo, vivo un poco mejor que con mis padres, no me falta nada. Después de que mi padre se acostó conmigo, he tenido muchos novios, con todos me he acostado y lo sigo haciendo, no me importan mis hijos, ni Rubio, nadie. El parque que está cerca a mi casa es donde me cito con Chico, siempre me está esperando, se llama Federico, es chaparro, negro, con su saco negro, todo lustroso de mugre, un cabello lleno de vaselina, con un mechón lacio que nunca se queda en su lugar, apesta a cigarro y a alcohol; siempre tiene una botella lista para mi garganta seca, me empuja en los columpios, me enamora al oído y entre esos árboles y el pasto, me coge; Chico es el que coge mejor, aunque no supera a mi padre.


Rubio me pone mis chingas, me defiendo y le doy con lo que tenga a la mano, nunca seré su pendeja; descuido a mis hijos y siempre le robó comida a mi suegra, odio cocinar y limpiar y atender niños; lo único que quiero es disfrutar mi juventud.  Cantar, fumar, beber entre mis novios es lo que más me gusta, mi padre me dijo que siempre dijera que aún era virgen y que nadie notaría que no lo era; con todos los que me he acostado saben que soy virgen, en la pulquería todos gritan y cantan, Virginia es la virgen de todos; hay un privado para mujeres, siempre mojado de pulque, orines y porquería, ahí me cogen todos los días; mis hijos son morenos, blancos y uno es negro, el negro es de Chico, es igualito a él, ojalá no salga tan Chaparro.


Todas las viejas chismosas que me conocen ya le fueron con el cuento a mi suegra y a Rubio; mi suegra me dice que piense bien lo que hago, que no vaya a causar una tragedia, pinche vieja metiche, Rubio es más fácil de controlar con mis lagrimitas, maldigo a las vecinas, porque solo envidian mi belleza, amenazo con irme con mis hijos y nos reconciliamos; Rubio creerá que soy virgen las veces que se lo repita.


Llegó una nueva vecina, nuestros hijos jugaban en ocasiones, ella nos invitó a una fiesta de cumpleaños de sus gemelos y ahí conocí a su hermano, Lerdo, casado y con hijos; también le dije que era virgen.  Todos mis novios siempre me invitaban bebida, sexo, regalitos, algo de dinero y dulces para sus posibles hijos; con Lerdo fue la primera vez que me cogían en un carro, conocí un hotel y bebí mejores vinos; me olvidé de mi padre, de Chico, de Julito, de Paquito, de todos, mientras estuve con Lerdo no extrañé ni el pulque, ni la cerveza, ni salir dando tumbos de la pulcata entre los brazos de mis novios.


He dejado todo por Lerdo, mis hijos siempre fueron un estorbo, mis padres me cachetearon por puta y me exigieron volver con mi familia; por un tiempo, me dediqué a Lerdo y al hijo que tuvimos, nunca había sido tan feliz.  Con los años, Lerdo tuvo otras mujeres, a su esposa jamás la abandonó.  Gracias a mi padre, tuve donde vivir, siempre fui su favorita.  El hijo de Lerdo era idéntico a su padre, creo que por eso no lo boté, siempre creí que Lerdo volvería a mí, por su hijo y volvería a amarme, fui tan pendeja.


Enferma, tirada en una cama, fastidiada y deseando que se larguen los hijos de Rubio; sólo los recibo porque me traen dinero, sus palabras de cariño y sus caricias no me impresionan, no siento nada por ellos, siempre vienen acompañados de sus familias, muchas veces he notado sus ansias de preguntarme cosas, tendrán muchas dudas de por qué los abandoné siendo tan pequeños, dudas que jamás aclararé, me hartan, quiero mandarlos a la chingada, a todos.


En esta soledad, abandonada, vieja, recuerdo a mis novios, Chico y todos ya han muerto, igual que Rubio y mi padre; siempre recuerdo la fiesta de la pulcata, los brindis y los volados para ver quien se acostaba con la virgen de todos; era adorada, deseada, importante, esos borrachines jodidos me dieron un lugar que nadie me dio, se que moriré pronto y aunque nunca he dejado de esperar el regreso de Lerdo, quien aún vive; vivo llena de recuerdos, de aquellos columpios donde, fumando, bebiendo, Chico me decía cosas bonitas, Chico me quería de verdad, siempre robaba para comprarme mis antojos, me cargaba en sus brazos para llevarme hacia el pasto y los árboles del parque y mostrarme su amor; lo extraño tanto.  El hijo de Lerdo ni siquiera me arrima un vaso con agua, está esperando que me muera para quedarse con mi habitación, le urge para uno de sus hijos y su nuera; fue al único que cuidé y malcrié; cría cuervos …, decían mis padres.  


Mis hermanas también murieron, mis hermanos aún viven, mi madre me ha dejado su casa, aunque se que murió odiándome, esto no se lo he dicho al hijo de Lerdo, a este desgraciado nada más le interesa el dinero, ya lo sabrá cuando yo muera, hice un testamento, los hijos de Rubio no merecen nada, todo será para el hijo de Lerdo, sólo con una condición que se anotó en el testamento, que en mi tumba se pueda leer: “Virginia, la virgen de todos”.







domingo, 31 de diciembre de 2023



Un brindis por la vida y 

el privilegio de estar, 

Feliz Año Nuevo❗️ 

Qué sean colmados de bendiciones en su camino.

Reciban un fraternal abrazo lleno de luz y cariño, 

Azteca.




 

 

viernes, 24 de noviembre de 2023

Un café para mi tristeza

 


Con sus manos arrugadas me ofreció un jarro con café y leche clavel, me acercó la azucarera, una cuchara y una concha; era su forma de dar la bienvenida, siéntate, mijita, di la vuelta a la barra de la cocina, abracé suavemente a mi abuelita y besé su cabecita blanca; olía a café con canela y el sol iluminaba alegremente la ventana de la cocina; llegué sintiéndome que no valía nada, sintiéndome culpable de todos los problemas en mi matrimonio, de ser una mala persona, como siempre, mi esposo me culpaba de todo y esa mañana llena de insultos volví a creerlo; entre sorbos de café y la charla cariñosa de mi abuelita, el nudo de mi garganta y mi profunda tristeza, se fueron disipando; nada cambiaba, sin embargo, después de tomar ese rico  café, podía llevar mi carga en secreto y volver a mi casa, a enfrentarme con ese hombre cruel y violento

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Miraba el ataúd de mi madre con profundo dolor y tristeza; yo no escuchaba el rosario que rezaban las personas que nos acompañaban a su velorio, había un gran vacío, sólo era mi madre muerta y la pena incomprensible de verla ahí, inmóvil, sin sufrimiento e indiferente a nuestro llanto; alguien puso en mi mano un vaso desechable con café humeante, lo acerqué a mis labios y ahí lo mantuve, sin beberlo, sentía el calor y el delicioso aroma, esto me hizo recordar  aquel café de olla o café instantáneo que preparaba mi amada madre, el café que debía tomar antes de irme a trabajar, no debía irme con el estómago vacío o aquel café para acompañar los deliciosos hot cakes con mermelada de fresa y cajeta envinada que ella nos preparaba.  Al sepultarla, parte de mí se quedó en su tumba. En todo el novenario se servía café, aquí, parecía más un elixir para tragarse la tristeza que aquella deliciosa bebida llena del amor de mi dulce madre.  

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La horrible noche cuando falleció mi hijo, parecía más una pesadilla nebulosa, gritaba y lloraba; no comprendía porque mi joven hijo no contestaba su celular, le marqué hasta la madrugada, bañada en llanto, mi hermana me arrebató mi celular, diciendo entre sollozos, ya basta, Raúl está muerto, no entendí nada, pregunté, si ya había regresado Raúl y mi hermana me abrazo con un llanto convulsivo.  Abrazaba al cuerpo de mi hijo, firmemente, tuvieron que arrancarme de él, maldije a todos e intenté golpear a quienes me retiraban del ataúd, esto lo supe después, estaba enloquecida, no era yo, había nacido una nueva versión de mí.  Lejos quedó esa madre de rostro iluminado, llena de orgullo por los logros escolares de mi hijo, de la alegría que contagiaba a todos al hablar de mi pequeño.  Raúl me aviso que iría al cine con sus compañeros de preparatoria y su recién novia, le veía tan feliz que no podría negarme; fue un accidente y le toco morir a mi pequeño de 17 años y al joven conductor.  La irrealidad en la que flotaba en el velatorio, fue interrumpida por los gritos de la joven novia de mi hijo cuando llegó al velorio, iba con un brazo lesionado, sus padres la envolvían con ternura entre sus brazos, sentí tan sincero su dolor que me acerqué a la joven y nos fundimos en un abrazo; no se cuanto tiempo permanecimos así, sentía su delgado cuerpo temblar y su llanto se confundía con el mío.   Ahí no bebí café, tampoco en su novenario, los días transcurren como si nada, los veo pasar sin importarme en lo absoluto, vivo porque respiro, pero estoy muerta en esta vida.  Ya ha pasado mucho tiempo y en la recámara de mi hijo encontré un termo mediano, tenía restos de café, estaba lleno de hongos y apestaba; recordé cuando mi hijo se llevaba su termo lleno de café a la prepa, decía que al tomarlo, le recordaba a su madre y a su abuelita, que era como estar en casa, siempre; después de lavar el termo y desinfectarlo, me serví un humeante café, su aroma me devolvió un momento a mi hijo y a mi madre; me senté en el escritorio de Raúl, con una gran tristeza, lloré mi dolor inagotable y saboreé lo amargo del café y lo dulce del piloncillo, como todo en la vida.

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Un café con canela era parte del desayuno y la cena, era más un gusto de mi padre, no podía faltar en la mesa; al fallecer mi padre, no volvimos a tomar café ya que de hacerlo, solamente terminábamos en un mar de llanto al recordarlo.

Cuando mi madre, aún joven y guapa, me presento a su novio, me opuse cortante a esa relación o a cualquier otra; fue mi egoísmo, era apenas un tonto adolescente , por lo que ella, enojada, me hizo prometerle que nunca me casaría y ella tampoco pondría un hombre en nuestras vidas.

Estudie y ejercí mi profesión, le ofrecí a mi madre lo mejor que estuvo a mi alcance, pese a ello, mi madre vivió con amargura y recordándome mi promesa; nunca conocí mujer, cada vez que intentaba una relación, la culpa de no cumplir mi palabra me fustigaba, cuando volvía a casa, por las noches, mi madre me recibía con esa mirada escrutadora y de advertencia; fui fiel a mi promesa.

Tengo 82 años, enfermo, con deterioro físico, todavía  me puedo valer por mí mismo, aún a esta edad, no faltan mujeres que pretenden una relación amorosa conmigo y se bien que moriré en soledad; mi padre me hizo un hombre cabal, por lo que no deshonraré la promesa que hice hace tantos años a mi madre.  Ahora bebo café con canela, como mi padre, lo preparo con dos cucharadas de azúcar, pese a ello, percibo su sabor más amargo de lo normal, su aroma me traslada a tiempos idos y me conforta en mi tristeza cruel y amarga; que espero termine en poco tiempo.





jueves, 9 de noviembre de 2023

  


Fueron pasos perdidos los que me llevaron ahí y suspiré 

No estabas tú, sólo la fuente,  amparada en la sombra de los frondosos árboles

Encontré lo viejo, ruinas y lo ido

No te busqué, nunca lo hice

Alguna vez acaricié tu recuerdo y lo colgaba en el olvido

Evoqué cuando escape de tus brazos y de tus besos que se perdieron en el viento

Ni siquiera vi tus lágrimas ni tu súplica 

Huí entre la brisa de la Fuente y del frío por ese amor que moría 

Cobardemente, cerré mis sentidos a ti, con un adiós rápido 

Pues de volver a tus brazos, me habría quedado en tu cobijo, por siempre