Entradas populares

miércoles, 29 de marzo de 2017

Un instante


Aún no me entregas nada y, llorando, me quedo con todo.
Y con todo, estoy vacía.
Aún no me llenan tus sonrisas y, sin embargo, me iluminas.
Y, así, iluminada, estoy sombría.
Aún no suspiras mi presencia y tu ausencia martiriza.
Y con martirio, estoy tranquila.
Aún no enlazas mi alma y, suelta, te añoro.
Y añorándote, estoy ceñida a ti.
Aún no pruebo lo dulce de tu calma y me ata esta ansiedad.
Y mi ansiedad, me amarga.
Aún no se cumple la profecía y en este aplazo soy feliz.
Y feliz, estoy en desgracia.
Aún no te tengo y ya te estoy perdiendo.
Y aún perdiendo, estoy ganando.
Y por sólo un instante contigo,
habrá valido la espera de toda una vida.





Cediste el corazón y lo destrozaron.
Diste el beso y lo negaron.
Te doblegaste y te espinaste.
En tu afán te desangraste.
La vía de tu amor la abandonó.
El engaño te mató
La traición te sepultó.
Hay oportunidad, sopla  promesa de amor.
Te acaricia sanando tu corazón.
Te roza los labios encontrando el beso perdido.
Te soporta en sus brazos, ya estás de pie.
Te abraza cálidamente, reanima tu empeño.
Juntos caminan esa deserción de amor.
Con su sinceridad te resucita.
Con su lealtad te redime.
Te aviva esa mirada de amor.
No perdiste nada, ahora te das cuenta.
Tu talento de amar vivía dormido en ti, sólo se postergó.
La renuncia de aquel amor nunca destruyó nada, solo fracturó.
Tu capacidad de amar sólo estaba en letargo, depende de ti, de nadie más.
Ama, besa, llora, abraza, ríe, vive, palpita en pasión.
Esta vez la fuerza de su pensamiento es inagotable.
Esta vez la fuerza de su corazón es eterna.


Juego de baño

Juego de baño con patos.
Galería "Olivia".


domingo, 12 de marzo de 2017

El Ente y Génesis

Huye!
No, enfrenta todo!

Una vagina para gozar, fornicar y botarla! Una esclava sexual! El Ente, atendía. ¿El origen, es "sexo"? Génesis habló, Eva fue creada "después" del hombre, de "una parte" del hombre, era la "segunda", la "otra", ella era la "maldad", sedujo a Adán.  Ella, es lo "oscuro", lo "dudoso",  llena de debilidades, de fragilidad, sin firmeza, sin estabilidad; Eva era mujer, era sexo, el sexo débil...  Andrés, hostigaba a su compañera de clase, Vania, jalaba sus trenzas para jugar con ellas, ponía cara de felicidad; la profesora Lupita habló, al recibir la queja de la niña de seis años: "¡No te quejes, Vania, lo que pasa es que le gustas!".  Días después, Andrés persiguió a Vania por todo el patio de la escuela,  le ofreció una naranja y le pidió que fuera su novia; la niña corrió con la profesora Lupita a denunciar tan insólita petición, estaba al borde de las lágrimas, la profesora Lupita soltó una carcajada y habló: "¡Qué te dije, Vania, le gustas, por eso te molesta!", "¡Dile que sí y ya no te volverá a jalar las trenzas!".  El Ente escuchó, impasible, cuando Génesis habló.

Vania, arrojó por la ventana una bolsa llena de recuerdos, de maltratos, humillaciones, vejaciones, de todo tipo de violencias.  Vania, hizo limpieza en su mente, en su corazón, ¡era suficiente!, ¡no más!,  tomó todas las ofensas y las partió en mil pedazos, trituró todas las lágrimas vertidas, lavó las bajezas de el "primero".  El "primero", ese hombre, el todopoderoso, el que escribía el mito de la mujer, desde el principio de los tiempos, del pentateuco, quien grabó en la mente de las mujeres y dictó en sus pergaminos la condición de la "otra", las "segundas" lo asumirían a través de los tiempos, estaba escrito, era "Ley".  El Ente observaba, en silencio, recorriendo con su aliento su espalda blanca.

Después de un episodio violento con su esposo, Vania, pensó en denunciarlo; su suegra habló: "¡Piensa bien lo que quieres hacer!", "¿Acaso dejarás a tus hijos sin su padre?", "¡Eres egoísta, sólo piensas en ti y tus hijos, ¿qué culpa tienen?!", "¡Confórmate con lo que mi hijo te de y obedécelo en todo, así no volverás a tener problemas, no te volverá a maltratar!", "¡Conmigo no cuentes, él es mi hijo, a quien tengo qué apoyar es a él, a ti, no!".

Amigos y familia le decían a Vania de lo que era evidente: "¡No te lo mereces, no es justo ese maltrato!"; estaban equivocados, "!sí, sí se lo merecía!", "¡lo había permitido!", "¡había bajado la guardia!".  En su mano estaba la respuesta a todo, al cambio, a la negación de ese beso violento y de su caricia dolorosa, de ser limitada, de lo que le negaba.  Decidida, reunió la fuerza que realmente poseía, que siempre estuvo latente sin ser usada.  Era fuerte, era capaz, no era la "segunda", ni la "otra", pertenecía a su misma especie, al hombre, al ser humano.  La única debilidad de Vania estaba en su mente, tatuada en letras doradas, por sus antecesoras, las "otras", por  casi todas las personas que le rodeaban, había sido así desde el principio; ¿cómo borrar esa leyenda de vida, algo normal, cotidiano, aceptado en servidumbre eterna?  El ente sólo se movía alrededor, vigilando las debilidades de ella.

¿La mujer es sólo una matriz?, ¿su ciclo era una condenación? ¡no!, confinada en su sexo, siente cada vez más la esclavitud. Su feminidad, su delicadeza y suavidad, no le estorbarían más.  El rol impuesto lo desafiaba y lo había botado en la bolsa de basura, ya tenía otra apertura en su mira.  No era nueva su actitud, Vania, siempre había sido proveedora, siempre había luchado con ahínco, había arrastrado un lastre humano, un "dios" de tortura y al desprenderse de él, caminaba con más ligereza.  El ente se movía a su paso, discurría esa mudanza, tocaba su mano fresca.

Vania, tuvo que arrancarse el tatuaje en letras doradas, omitía esa calumnia en sí misma y en su linaje, no lo transmitiría, al desprenderlo, buscaba encontrarse a sí misma, descubrió la mentira a través de la historia, a través de su propia dinastía, a través de toda su vida; la fuerza la adquirió, se fue cristalizando en su alma.  No deseaba competir con nadie para autoafirmarse.  Del corazón nacía su fuerza interior.  Estaba lista, soplaba el viento de cambio, ella generaba todo. Vania, creía en sí misma.  El ente respiraba en su nuca, se asomaba en su hombro y sonreía al examinar su cuerpo.

Y el Ente, se acercó a su oído y habló: "Vania, tus hijos son lo más importante en tu vida, ellos deben de saberlo y que no existe otra persona que te interese más, debes cuidar tu relación con ellos; tus hijos, siempre, deben tener la imagen de lo que su mamá es: una persona maravillosa, un ser excepcional; ellos jamás querrán ser suplidos por persona alguna. Jamás te debes poner en evidencia ante tus hijos con una relación sentimental, deberás ocultarla de ellos, tus hijos jamás deberán saber de ninguna otra persona que ames.  Eres una maravillosa, hermosa y fuerte mujer que sabe afrontar la vida con la cara levantada. Es de suma importancia que cuides tu imagen ante tus hijos". Y, concluyó: "¡El hábito no hace al monje, pero bien que lo viste!".

Y, ella, habló, Querido Ente:  "¡Qué funesta tu imagen de una madre!".  "¡Sembré en mis hijos semillas diferentes, sólo espero que den fruto y de no darlo, es decisión de ellos!". "¡Ante mis hijos, he desnudado mi alma, conocen a la persona con todos los defectos y limitantes!", sin embargo, "¡También conocen al ser que se levanta, pese a las múltiples caídas, al ser que se aferra a luchar, sin importar el resultado!", "¡No me importa, en lo más mínimo, la imagen que tengan de mí, la herencia que deseo transmitir es de amor, fe, perseverancia y coraje.  Ante ellos, soy un simple ser humano, con aciertos y miles de defectos; y jamás pretendería ser un ícono barato de madre!".  El Ente, esta vez, se disculpó; dijo haber revisado sus palabras y no era lo que quería transmitir, ¿se había equivocado?, volvió a pedir disculpas. Esta vez, Vania, sonreía por tanta imbecilidad del Ente y sintió pena por él.

Ya había hablado, Vania, no permitiría a alguien más que destruyera su entusiasmo por vivir. Sería distinta a todas. Se advertía no tan dulce, veía las cosas de manera diferente.  En este momento, otro punto de vista le vestía.  Jamás sería la "santa" que el Ente le exigía.  El ser complaciente era pasado.  La opinión de los otros, era de ellos, la opinión de ella, era suya, propia, quizás, sin influencia.  No caería en el juego de la "madre abnegada", lo que el Ente le susurraba al oído, eso era mezquino y mediocre.  No seguiría el patrón de nadie, ahora, tenía uno propio.  Poseía el poder de develar su psique y la fuerza que emanaba de sí misma.   Ellas, "no" están hechas de nadie.  Génesis miente.







Bisutería




jueves, 9 de marzo de 2017

Abu

En la cueva,
       el candado fue destruido!


Logré filtrarme a tu recuerdo, 
presurosa, antes de volver a sellarlo.
 El vacío aún abraza tu aroma.
La frialdad me dio la bienvenida y
no esa mirada de amor inagotable.
Sólo el sigilo  recibió mis pasos que
tú bien conocías.
Lo dulce de nuestros nombres en tus labios
es ya un secreto sombrío.
Me cobijé en el recuerdo de tus manos sabias.
Envolví mi rostro con lo suave de tu sonrisa plena.
Volví a odiar que te marcharas,
seguido de un sincero arrepentimiento.
 Necia de mí, era el fin de tu flama, tu vela se agotó.
¿Por qué tanto egoísmo?
¿Por qué este abandono resurge en carne viva al evocarte?
¿Por qué en tu morada fría algo de mí se quedó ahí?
¿Por qué la expresión de tu foto ha cambiado y
ahora percibo más ternura en tu mirada?
¿Por qué intuí tu presencia ante mi llanto de niña?
Y, ante tantos recuerdos y fotos volví a ser feliz;
volvía a agradecer por el cobijo de amor, de protección
que siempre le diste a mi alma y a mi corazón.
No dejaré de atravesar cualquier destello en tu memoria,
recurriré a ti para hallar las fuerzas y
el coraje con  que me enseñaste a vivir.


El mago

Crujían las hojas secas con sus pisadas, deseaba llegar al arroyo a calmar su sed,  pocos metros la separaban, saboreaba el agua en su boca seca; la detuvieron unos gritos y lamentos; buscó entre los arbustos, se encontró a un hombre colgando al filo de un abismo, sin pensarlo, corrió a buscar ayuda, no encontró persona alguna, regresó en sus pasos ideando la manera de ayudar a ese pobre hombre.

Aferrado a una roca filosa, sus manos sangraban, no conocía esas tierras, unos arbustos frondosos lo habían engañado, al tratar de cruzarlos cayó al vacío.  Unas horas de sufriente eternidad y, por fin, una soga gruesa, rasposa, le rodeaba los brazos.

La mujer ató la soga vieja a un árbol, amarrada de la cintura, usó lo que restaba de la cuerda para sacar al hombre herido.  No fue fácil, varias veces estuvieron a punto de caer los dos y quedar colgados de la misma soga en ese abismo de pesadilla.  Llenos de tierra, casi desmayados, a salvo, se reponían.

Su cabellera abundante se sumergió en el arroyo, bebía con desesperación, esa sed pendiente la había torturado por varias horas; el hombre sentado a la orilla del arroyo, acurrucado a un árbol, consolado por el temblor de las palabras y manos que lo atendían.  La mujer compartió con él sus víveres que llevaba en su morral, los había comprado en el pueblo cercano, eran para sus hijos, seguramente ya estarían alarmados de la tardanza de su madre, pensó ella.

No le obedecían sus piernas, seguía alterado, le dijo a la mujer: ¡No te ví llegar!  Ella trataba de distraerlo, platicaron de sus ocupaciones, él de su peregrinar, conversaron de sus familias, del abismo que debía varias muertes y de ese paisaje que era salpicado y alimentado por el arroyo.  

Aún tambaleante, apoyado en una rama gruesa, como bastón, y en el hombro de la mujer, lograron llegar a la entrada del  pueblo.  La mujer había perdido los zapatos en esa hazaña, el aspecto de los dos era lastimosa.  El hombre le pidió que lo dejara descansar en el tronco de un árbol caído y que ella siguiera su camino.  Ella quería repelar, deseaba llevarlo a un lugar seguro, cuando el hombre la interrumpió:  ¡Soy un mago, pide lo que más anhelas, poder, oro, salud, habla y te será dado!, su voz sonó con estruendo.

Temerosa, incrédula, divertida y curiosa, lo miraba con disimulo.  El mago insistió: ¡Sólo pide, sólo una cosa, apresúrate, tus hijos lloran!  Pensó en sus hijos sufriendo por ella e inmediatamente se alejó apresurada, a pesar de las heridas de sus pies descalzos, no había avanzado mucho y, a un par de metros,  el mago obstaculizaba su camino, ¿cómo logró llegar antes? ¿realmente es un mago?, ella se preguntó en su mente.  ¡Sí!, contestó el mago con más estruendo.

El miedo era real. Ella quería huir, gritar.  El mago habló dulcemente: ¡No temas! ¡Sólo pide y te dejaré ir!  Sintió confianza y preguntó la mujer: ¿Lo que más deseo, me lo darás?  El mago afirmó.   Dijo ella: ¡Deseo la capacidad de dar amor!, su voz firme, no dejó dudas.  El mago le contestó: ¡No te puedo dar lo que ya posees!.  La mujer lo miró fijamente, con duda, sorprendida.  El mago aclaró: ¡Cada vez que miras a alguien abrazas su alma, besas heridas, es intangible, te guardan en ellos; posees dos sonrisas, una de ellas da fuerza y paz; la otra, tranquilidad y alegría; tu entrega es completa e incondicional; tu corazón, aún roto, es constructivo, benigno; tu amor refleja el bien y el mal..." 

El silencio imperaba. Sólo se observaban. El mago, turbado,  reiteró: ¡Pide algo, cualquier cosa!  La mujer contestó sin vacilar: ¡No necesito nada más!, esta vez, sonriente, le dio un beso en la frente al mago y se alejó.  El mago se quedó confundido, dudaba y un ligero temblor surgió de su pecho.  Su capacidad  sobrenatural, su poder, nada le habría funcionado, nada le había sido develado, ni salvado; el resultado, contrario a su ciencia oculta, arcaica, fue más maravilloso e inexplicable: "¡Se había perdido en el abismo infinito de esa tierna mirada!".

Bisutería





lunes, 6 de marzo de 2017

Despertares

BBG:
Me adueñé de ellas.


Ahí, en la penumbra, no perdía su mirada,
 ese centelleo en sus ojos le hipnotizaba.
Sus labios carnosos le llamaban,
ya soñaba en aprisionarlos.
Todo era lozano, desconocido,
a la vez, pleno, maleficio.
En su sonrisa de niño se deleitaba,
pero cuando reía, parecía que cantaba.
En su cercanía y ternura,
el amor emanaba de su interior.
Rodeados de flores, brisa ligera,
no veía la luna ni las estrellas.
Sorpresivamente, le tomó entre sus brazos y
 en su beso le trasladó al infinito,
evocando a los astros, en el límite de su empeño.
Ya engendraba amor,
era un despertar tardío, era profundo,
abierto, valioso, sin temor, con determinación.
E intempestivamente,  entre esos despertares,
también se revelaba  un bello amanecer.


domingo, 5 de marzo de 2017

Mariposa invisible

Mandamiento:
¡Guardarás el Secreto!

Igna dijo: "¿No quieres tu regalo?", Parña con lágrimas, respondiendo débilmente se atrevió a balbucear: "¡No!",  "Ya no"!, Igna: "Lo guardaré para otro día" y se alejó.  Parña volaba con temor, en soledad, era mariposa, con sabor a sal, sin color, invisible, así lo deseaba: ¡Invisible!

Evitaba a Igna, se escondía, no había secreto que Igna no conociera, siempre hurgaba, le hallaba.  No había plazo que no se cumpliera, los plazos de Parña se cumplían, uno a uno. Parña, en alerta, creaba estrategias que jamás funcionaron, escondites que, por más lejanos que fueran, siempre eran asaltados por Igna.  En su poder, Parña se volvía invisible, aún invisible, con temblor, soñaba en ser mariposa y volar, sólo volar, huir, quizás.

Como criatura frágil, Parña clamaba en oración: "¿Dónde estás madre?", "¿Por qué no me proteges mi ángel de la guarda?", "¿Dónde estás mi dios?".  Igna bebía sin culpa,  acaso, ¿la inocencia seduce?, ¿el poder saca lo peor de sí mismo?  La única respuesta veraz era de Parña: "¡El infierno sí existe y no hay edad para ello!".  ¡Llegas al infierno sin merecerlo!, simplemente, sin esperarlo, ¡"Alguien te empuja a ese abismo, con éxito"!

Desparecían los días y las noches, el ser invisible era cotidiano, con cinismo, sin reparar en la presencia de los demás.  Aquella vez, cuando lo vio en mano de Igna, ese gran regalo, a sus ojos infantiles e inocentes le había fascinado, el brillo le cautivó, esa vez sí lo anhelaba, ahora ya no lo quería, era como una maldición; con el regalo en mano, con el poder de autoridad que se confiere a un guardián, Igna ya le envolvía, sin poder liberarse, mientras Parña en  su mente volaba, era mariposa, con sabor a sal, sin color, invisible, volando, volando, no lograba fugarse, nunca lo logró.

Igna sólo le llamaba, Parña huía, su grito era mudo, sus lágrimas  ignoradas, estaba vencida. No había más allá, no había el rincón más remoto del mundo, no había magia para desaparecer, no había ser que le protegiera, no había oración que recibiera respuesta, no había dios omnipotente que lo evitara, sólo en su mente, hallaba el milagro, lograba ser mariposa.  En cada promesa de regalo, Parña moría, se resistía, con escalofrío, temblando en su plañir; al final, esperaba en su vuelo de mariposa invisible; era tan grande su anhelo de ser invisible, que cuando le fue concedido, fue tragedia, Igna también se hizo invisible.

Gran Melena

Sólo espera y verás!


Gran Melena  alborotada; bigote y barba larga; andrajoso, inmóvil, sentado y cubierto con un cobertor a rayas color gris.  Su silueta se confunde con las grandes bardas de rocas  y la maleza que le rodean.

El bosque Platlán tiene un camino sinuoso, que conduce al mercado de la población, en donde acuden comerciantes de diferentes localidades, sus mercancías son las más populares de toda la región.

Gran Melena es ignorado, no habla, no se mueve, nadie ha visto sus ojos; permanece envuelto en su cobertor.  Ocasionalmente  le arrojan un sobrante de comida, el cual desaparece como por arte de magia, jamás muestra sus manos.

Se rumora que, aún de noche, Gran Melena mantiene su posición inmóvil. Algunos curiosos hacen apuestas acerca de su postura; lo vigilan entre las sombras de los frondosos y gigantes árboles de Platlán, turnándose para filmarlo con sus celulares.  Nadie ha logrado demostrar ningún movimiento de Gran Melena.  Qué decepción!

En medio de la lluvia, Gran Melena escurre por todos los mechones, creando diminutos riachuelos, el cobertor parecía adherirse más a su cuerpo.  Lentamente pasa la patrulla dando su rondín e ignorando a esa mole humana, no existe.

Su inexistencia discurre en esta era.  Sin origen, aislado, ajeno al tiempo y a todo contacto humano.  Su pose antinatural no se cuestiona, excepto hoy. Un chiquitín se suelta de la mano de su madre, corre, se abalanza a Gran Melena, lo abraza y le llena de besos el rostro ajado.  El alboroto es intenso, la madre cae fulminada por la idea de las infecciones que acaba de adquirir su infante al tocar a esa bestia peluda.

Entre el ruidoso sonido de sus sirenas, patrullas y un camión de bomberos llegan al rescate.  Al percatarse de que se trataba de Gran Melena, los oficiales estallan en carcajadas: "el bulto encantado", "el fardo de roca", "el idiota durmiente" y, lanzando más chanzas, tranquilizan a la muchedumbre.  Sus risas hilarantes lo dicen todo.

Una malla metálica fue instalada alrededor de las rocas, maleza y árboles que rodean a Gran Melena; excluido, se confirma la seguridad de los transeúntes. Todo es olvidado.  Sigue sin existir.

El frío inclemente lo abraza todo.  La feria anual de Platlán viste el bosque de colores, bombillas, juegos mecánicos, música, teatro y alegría.  Por  días, el bullicio constante mantiene en vela el bosque.

Aún con la densa y gélida neblina se retira todo el cuerpo de la feria, ya volverán.  Quedan atrás montones de basura, testigos de la festividad y Gran Melena en su pose eterna.

Los trinos de los pájaros despiertan a Platlán y un sofocante calor anuncia el cambio de estación.  El infante y la madre del alboroto olvidado transitan por la imponente alfombra verde, el chiquillo porta un pantalón corto en rojo.  Esta vez la madre se acerca a Gran Melena, hace tanto tiempo de eso, ninguna infección o enfermedad se presentó en su pequeño, la culpa la incomoda.

El cobertor gris, ahora deshilachado, se confunde con la masa de cabellos, han formado uno solo, el tiempo no respetó ese cobertor gris.  El pequeño mete su mano entre las rejas, trata de tocar a Gran Melena, logra asir fuertemente una parte de ese gran mechón y da un tirón.  Un grito desgarrador de la madre. Gran Melena cae de costado, descubriendo ligeramente su rostro, el pequeño lo acaricia con ternura.

El cadáver momificado yacía cubierto por su eterno cobertor, está adherido desde la corona de cabello, hasta los pies, enrollado de tal manera como el último refugio de este vasto planeta.  Su vida fue conjugada en este abrazo.

Las autoridades competentes retiran la malla, en silencio y ausentes de mofas.  Se ha corrido la voz, poco a poco van llegando los habitantes a Platlán, algunos curiosos, incrédulos, divertidos y deseosos de conocer el rostro de Gran Melena.

En el interior de una patrulla, tranquila, abrazada a su lloroso hijo, la madre le consuela con caricias y besos; en su manita, el infante, aún sostiene algunos hilos del cobertor a rayas color gris.

Hermana Muerte!

Retornas y, con tu eterno manto sombrío, envuelves no sólo a uno de nosotros, arrebatas a más.

Aunque te aceptamos, algunos no te esperamos, algunos te deseamos y otros más, simplemente, te ignoran.
Quizás, en tu paso entre nosotros, nos acaricias con ternura sabiendo que, algún día, sellarás nuestros ojos y aliento, nos abrazarás sin fin.
Quizás, en tu sonrisa limpia y eterna está la certeza de que, "asistiremos fieles a nuestra cita"!


Ingrato

Te prodigo en cuidados, te rodeo de confort.
Nunca permitiría un agravio para ti.
No seas ingrato, me aislas, me niegas comunicación.
Extiendo tu vida, sólo un versado se acerca a ti.
Te guardo de rayos,  calores, de roces.
No seas ingrato, quiero tu revivir.
Sin mancha, impecable siempre estás.
Exclusivamente melodías selectas, no te hago sufrir.
No seas ingrato, mi memoria no desvanezcas.
Tantos recuerdos, amigos, familia.
Recuperarlos sería una incógnita sin fin.
Nuestra alianza es por siempre.
Contigo, mi celular.



Juego de bisutería azul turquesa y perlas


Perlas, muranos azul turquesa, plateado y ganas de divertirse!

Collar, pulsera y aretes.


Ágata, cristales turquesa y rojo




Huitzilopochtli

Dios de la Guerra.