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domingo, 23 de marzo de 2025

Un café para mi tristeza (5)

 

Me convertí en padre hace dos años, es lo más hermoso que he experimentado, pese a ello, me siento atrapado con mi novia, nunca la he amado y ella lo sabía, nunca le mentí; me esmero en todo lo relacionado a este papel que represento y soy tan infeliz, nunca podré escapar.

Para mi, solo era sexo y fui muy claro con Nati, era un intento de noviazgo y zaz, resultó embarazada.  

Vine a la ciudad lleno de ambiciones, trabajé duro, anhelando una vida mejor. Mis padres están felices de ser abuelos y yo estoy roto.  Les fallé a mi familia y a mi mismo; me enfermo constantemente y solo siento rabia y una profunda tristeza. Mientras tomamos café, Nati, feliz, me platica su día a día como madre, entre risas, no pierdo de vista a mi bebé, todos imaginan lo feliz que soy, pero, mi sonrisa es solamente una burla a mi estupidez.

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Diez años han pasado del fallecimiento de mi padre, cada vez que llego del trabajo lo primero que veo son sus botellas de tequila que guardamos en la vitrina, me invaden las ganas de llorar y me tengo que controlar porque mi madre también está inconsolable; mi hijo me lanza una mirada de desprecio, dice que está harto de mi drama, que su abuela llora por todos.

Finjo ser fuerte ante mi madre, mis hermanas han continuado con sus vidas y han superado la muerte de mi padre; mi madre y yo nos consumimos en este dolor de tantos años.  Siempre cenamos con un café de olla, era el preferido de mi padre y  él lo tomaba con piquete.  Hemos ido a diversas terapias y ninguna nos ha funcionado, mi hijo dice que es culpa.  

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Desde hace muchos años, mi esposo me es infiel, tiene hijos con diferentes mujeres, jamás  le he reclamado nada, todos los días me esfuerzo en ser la mejor esposa y nunca se los he dicho a mis hijos, ya son adultos, aunque creo que ya lo saben.   En el desayuno, tomamos café con leche, mi esposo lo toma hirviendo, en ocasiones, me reclama de no estar como le gusta y discutimos entre bromas; lo despido en la puerta con una sonrisa cuando sale a trabajar y regreso a la mesa, me sirvo otro café para acompañar mi tristeza, mis lágrimas y mi soledad.

miércoles, 12 de marzo de 2025

Abandono

 Entre la triste bruma y esas quietas cortinas, ahí estabas, aún floreciendo y el tiempo solo pasa sin verte; los recuerdos se agolpan, ya no habita la pureza de aquel amor, esos pasos sin fin que ascendían, las sonrisas cristalinas y limpias, el cariño sincero, no se fueron en esos ojos tristes, llenos de lágrimas ni con la precipitada huida; ese gran cobijo, el eco de aquella pasión y la suavidad de su fortaleza, quedaron contigo, nunca partirían, fuiste la creación de grandes sacrificios y honestidad.  Aquellas voces nunca más se escucharan, ni temblara el viento con esos susurros y, sin embargo, no morirás de tristeza con aquella mano que aún te domina, todo lo dicho antes, quedó impregnado en ti, siempre habrá dicha en tu sombra quieta, tu memoria no solo a ti te pertenece, aquello que fue, se fue para siempre; el sol se asoma a través de tus ventanas selladas.  El trino festivo de los pajaritos es leal, ellos aún comen los frutos de tus árboles y el aleteo de los colibríes en tus flores no logra ahuyentar tu soledad; ese jardín se marchitara y florecerá en verdor ante el perfume de tierra húmeda,  pues hasta el cielo tiene compasión por ti y te besa con su lluvia.