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viernes, 30 de noviembre de 2018

Mole Colgada

Con paso ligero, sin prisas y sin angustia, llegué a ti;
Mole Colgada, besado por los cuatro vientos, rociado por las perlas de tantas almas, su ofrenda. Su congoja es grande.
Me mirabas a los ojos, buscando mi lastre ruin, advirtiendo que ya no lo arrastraba más, pesó igual el rictus de tus labios y la pátina de tu rostro. Fingen, hipócritas!
Te forjaron con los más puros metales, con sangre, sufrimiento, traiciones y burla; cuanta avaricia!
Acuden a ti los fantasiosos y zafios, a vertir el asco de su ser y continuar en la podredumbre de su alma, alardeando tu perdón.
Te vi diferente, aún eres impresionante y antiguo; frío e inaccesible; sin lengua. Ellas lloran.
Mi paz te hizo temblar, extrañaste mi clamor,
Siempre pierdo, lo confieso y sonrío, aún duele.
Busqué tus ojos perdidos en la nada y sin fondo en ellos, no quise perderme.
El sol me rozaba, tibio; tú, frío, corazón de piedra, estatua de sal.

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