Noté el interés de mi pareja por otra mujer, ella lo busca, es una cínica, no quiero odiarla, pero me hace sufrir. Mi novio prometió que nos casaríamos y no lo cumplió; bebe todos los días y cuando está muy ebrio, menciona a esa mujer. Voy a luchar por este hombre, ha sido en mi vida lo más hermoso que dios me ha dado, lo amo y entiendo que no tiene la culpa. Tomo mi café con tres cucharadas de azúcar, lloro y esta tristeza de imaginarme que mi novio me abandone por esa mujer me consume día a día.
Mi esposo falleció por COVID y el dolor de su partida está intacto, lloro todos los días, en el desayuno y la cena, cuando aún vivía, tomábamos un jarro de café con canela, platicábamos de mil cosas, hacíamos planes, reíamos al recordar vivencias de nuestra juventud y también nos daba tristeza nuestras malas experiencias. Mis hijos y mis nietos me acompañan casi a diario, tomamos nuestro café con canela con la mirada fija en la urna de las cenizas de mi esposo, a veces, ellos también lloran conmigo, siento una gran soledad, esta tristeza me acompañara hasta que me muera, estoy segura de ello.
Mi hija fue la segunda en enfermar y fallecer en la pandemia, ni siquiera se enteró de que su padre había muerto; sus hijos aún no superan su muerte, mi esposo me dejó en la misma orfandad en la que quedaron mis nietos; todos tomamos nuestro café, juntos, casi siempre, aún lloramos ya que no logramos superar esta terrible tragedia, al final, sólo eso queda, recuerdos.
Aquí estoy, sin nada, ni siquiera puedo odiarlo, todo quedó atrás, sepultado y abrazo esta soledad que me da tanta paz; sigo luchando por salir adelante, a veces, ni siquiera tengo que comer y lo único que en verdad deseo es, un café bien calientito, para acompañar estas lágrimas que me traicionan.
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