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jueves, 23 de febrero de 2017

Ellos no se irán!

Noté que colgaban de la cortina de gasa, eran 4, separados unos de otros, me aproximé para ver de qué se trataba, curiosamente, eran casi transparentes; por un momento pensé haber olvidado tomar la pastilla de la presión y que estaba alucinando, recordé que sí la había tomado, claro que sí!

El día estaba muy nublado, gris.  Yo tomaba mi clase de baile en internet muy emocionada de lograr seguir los pasos que indicaba el instructor, bueno, casi todos los pasos; me había sentado frente al monitor a descansar, ya había bailado por cincuenta minutos, estos años pesan.  Ahí fue cuando logré verlos, la luz tenue se filtraba por sus cuerpos, creando un brillo iridiscente y de cerca parecían manchas, pequeñas manchas.

No sabía qué hacer, busqué algo para atraparlos,  no se me ocurrió nada; decidí acercarme, nuevamente, para ver qué eran en realidad, tenía curiosidad, uno de ellos se lanzó hacia mi mano y el golpe me hizo brincar de la silla, cayó al piso y brincó hacia mis pies, al bajar la mirada vi manchas en las piernas de mi pijama, eran muchas, eran ellos colgando de la tela rosa floreada.

Había desayunado y al ver, a través de la ventana de la cocina, el árbol de níspero pensé en esa fruta ácida, jugosa, mmm, deliciosa; sin más, salí por un racimo de nísperos, observé cuanta fruta madura tenía el árbol; subí por mi celular a mi recámara, tomaría fotos de esos racimos para compartirlos con mis amigos, la imagen de esa fruta era digna de admirarse, regresé y tomé varias fotos, me quedé unos minutos más contemplando el césped, la higuera con escasas hojas y el durazno casi pelón; sintiéndome muy afortunada de tener a la mano alimentos, reflexionando, triste, que habría personas sin comida para ese día.

Ahora, pensaba rápido cómo desprenderlos de mis piernas, sentí unos piquetes en la rodilla y, sin planearlo, los desprendí de mi pantalón con las manos, uno de ellos me mordió, así lo sentí, ya nerviosa, lo aplasté con la mano, sólo se tambaleó y volvió a brincar a mi pierna, lo volví a golpear con más fuerza y presioné hasta que lo reventé, no son tan frágiles.  Los que colgaban de la cortina, se arrojaron hacia mis piernas, enojados, lo sé, emitían un zumbido ligero y molesto.

Bajé corriendo a la sala, recordé que, en el librero, había un rollo de plástico adherente muy ancho, regresé a todo lo que daban mis rodillas con artrosis, de mi pijama seguían colgando los otros; la música continuaba, ahora se reproducía una cumbia; tomé las tijeras y corté un trozo largo de plástico, con éste abracé casi a todos los que estaban entre el escritorio y la ventana, eran muchos, con una habilidad inaudita, los sellé con el plástico adherente, los que aún colgaban de mis pantalones los fui tomando con las manos y los reventé.  Me quité los pantalones de la pijama, había dos más en mi pierna derecha, uno en la pantorrilla y otro en el muslo, los aplasté. Bajé al baño y frente al espejo traté de revisarme la espalda, no ví nada, sentía rasguños en la espalda baja, al tratar de rascarme lo sentí, ahora me mordía, ni decir lo que le hice.

Llené un bote blanco con agua, en el jardín, cercana de los columpios y coloqué a los que había atrapado con el plástico, algunos lograron salir de la envoltura, dando grandes saltos lograron salir del bote y huyeron hacia las plantas; otros se escondieron bajo la resbaladilla o a un costado del bote, me observaban, ¿zumbaban o reían?

Empuje a los que seguían atrapados en el plástico, varios se ahogaron, los demás intentaban escapar.
Pensaba de qué manera lograría mantenerlos cautivos y vivos, averiguar qué especie eran y cuál era su papel aquí, a alguien tendrían que interesarle, alguna explicación existiría, además, sentí pena por ellos.

Fui a la cocina, usaría tapas de las ollas para mantenerlos en el bote, sin agua, para que no escaparan, una vez logrado esto, lo reportaría a alguna autoridad.

Ahora se reproducía música romántica, qué raro, cambió de género.

Fui a buscar las tapas para el bote, me incliné cerca del refrigerador y noté un movimiento en éste, observé con atención, a simple vista no lograba verlos, ahí había varios, junto al refrigerador, debajo de la mesa, de las sillas, junto a la vitrina, en el pasillo que conduce a las escaleras, eran demasiados, huí al baño y me encerré, casi lanzo un alarido, ahí también estaban, ¿zumbaban o reían?

Dejó de escucharse la música, el zumbido lastimó mis oídos.

Salí del baño y subí a la recámara, lo hice con tal vehemencia que mis pisadas eran golpes, ahí sentí como logré reventar a uno de ellos, me detuve y observé tranquila, todos los escalones estaban llenos de esta especie, algunos reventados y otros se mimetizaban con el gris de los escalones o con lo blanco de la pared, ¿cómo entrarían?, siempre mantuve la puerta de la entrada cerrada.  Volví a sentir el cosquilleo y las mordidas en las piernas, mis pantalones estaban llenos de ellos, colgaban por toda la tela rosa floreada.

Volví sobre mis pasos, analizando los lugares donde estaban ellos, noté que sólo se encontraban por donde yo había transitado ese día, había puntos en donde no había pasado y ahí no se encontraba ninguno de ellos.

Regresé calmada al jardín, me acerqué al bote blanco, me quedé quieta esperando qué ocurriría; note el cosquilleo en mis piernas, al bajar la mirada logré percibir como salían de entre la vegetación y se adherían a mi pantalón rosa floreado, colgaban de todas partes del pantalón; yo giraba lo más que podía mis piernas, buscando ver cuántos eran.  Los vecinos que pasaban cerca de mi puerta, elaborada de barrotes, lo cual permitía ver el interior del jardín desde la calle,  veían con curiosidad mis contorsiones.  También comprendí que, al salir al jardín por la fruta, ellos se introdujeron a la casa, seguramente, colgados de mi pijama.

Volvió a escucharse la música, ahora se reproducía rock de los 60's, maravilloso internet!

Ahora sí, estoy aterrada!  Los sentí en mis manos, brazos y espalda, habían logrado trepar más, tenía que hacer algo al respecto.  Tranquila!, ¿quién me creería, a quién acudir o estaba soñando?, no, las mordidas eran reales.

Decidí usar algún producto químico para detenerlos.  Volví a la recámara, esta vez puse más atención en mi trayecto y noté que, algunos de ellos, se soltaban de mi pijama y se adherían a las paredes; ¿cómo lograría sacarlos de ahí?, son una plaga!  Eso es, plaga! Me cambié la pijama por un pantalón deportivo y las sandalias por unos tenis, envolví la pijama y la llevé al jardín, la colgué, seguramente, los otros se desprenderían de la tela y volverían a la vegetación.  Fui a varias tiendas a conseguir algún producto para eliminar plagas, cuando lo conseguí, regresé calmada y me acerqué al bote, esta vez sentí como brincaban a mi pantalón con más violencia.  

Escuché a un vecino platicar con su hija, pasaron cerca de mi puerta y le decía: "No te preocupes, estoy preparado para esa plaga, también tengo un medicamento para los perros, no les pasará nada".  ¿Acaso se referían a esta plaga?  ¿Cómo es que no había escuchado nada a este respecto?  ¿Realmente, era una plaga?  Pensando esto, advertí más peso en mis pantalones, ahora me arañaban y mordían al mismo tiempo.

Basta!  Tomé el producto químico y rocié dentro del bote blanco, desprendí de mis pantalones a todos, arrojándolos al bote y,  sí, funcionó; ahora se ponían de color oscuro, eran de diferente tamaños, pero, juntos creaban una gran mancha en el fondo del bote.

Empecé en las recámaras, pasillos, detrás de los muebles, las escaleras, la cocina, los sillones, la alfombra, el baño,  las paredes y que se me acaba el producto!  Volví a la tienda por otro atomizador para plagas, con los otros colgando de mi pantalón.  Parece que nadie los notó, había muchos clientes en la tienda, acaso, ¿no los vieron?

El jardín, las puertas, la resbaladilla, los columpios y todas las esquinas fueron rociados con el producto químico para plagas, cerré la casa por una hora.  Me quedé en el jardín, seguían brincando a mi pantalón, eran pocos, pero no dejaron de hacerlo; los desprendía y los sumergía en el bote blanco.  Pasada la hora, ventilé todas las habitaciones.  Ahora a limpiar a conciencia con desinfectante, noté en la cocina una especie de huvecillos, casi transparente, un poco lechoso; agregaré cloro.

Son más de las 10 de la noche y aún no termino de limpiar.  Entra Marita, una chica que está viviendo en la otra recámara, ¿cómo le explico?  Marita se detiene en el bote blanco, se asoma en él y automáticamente  mete la mano, exclama horrorizada: "¿Qué es esto?".  Me siento en una silla que dejé en el jardín y respondo: "¿A qué te refieres?, quizás ella no los ve, sólo los inteligentes!  Bah, es broma, qué fastidio!

La música continúa, ahora se reproduce cumbia, pero, no tengo ganas de bailar, estoy muy cansada, me duele la cintura, horrible, demasiado trapeador, aseo exagerado.

Trato de explicarle a Marita, ella observa todo lo que está en el bote blanco y en una bolsa grande transparente, grandes manchas negras, llenas de ellos, no lo puede creer, sin embargo, las manchas oscuras son reales! Finalmente,  ella entiende todo! Ya los palpó y examinó minuciosamente.  Tiene tremendo miedo, yo, tremendo cansancio.  

La casa sigue ventilándose, ahora del cloro.  Marita me ayuda a terminar de limpiar, haciéndome todo tipo de preguntas, las cuales no contesto, ni pienso.  Sólo quiero terminar y darme una ducha, todo me molesta, estoy exhausta y asqueada.  Marita me sigue interrogando, la sigo ignorando.

Terminamos de limpiar, son las 11:33 pm. La música continúa, no me importa el género.

Marita se encierra en su recámara, asustada, nerviosa, a punto de llorar, iré a ducharme.  Salgo al jardín por la silla del comedor y  siento como se cuelga de mi pantalón!  Estoy harta!, lo desprendo y lo reviento!, Marita observa todo a mis espaldas, incrédula!, los ve moviéndose en los arbustos, cubre su boca con las dos manos.  Ese zumbido o risa!

Se adivinan en los árboles de los vecinos, se balancean en las ramas, emiten un gran coro de zumbido o risa.  Gritos cercanos y lejanos de los vecinos aterrados. El alboroto se ha contagiado, ya se escucha a lo lejos, sin fin. Se han propagado. No se han acabado! Quisiera dormir un poco, no puedo más, ya no.  Mañana volveremos a la carga, no sé qué nos espera, ellos no se irán!








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