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jueves, 9 de marzo de 2017

Abu

En la cueva,
       el candado fue destruido!


Logré filtrarme a tu recuerdo, 
presurosa, antes de volver a sellarlo.
 El vacío aún abraza tu aroma.
La frialdad me dio la bienvenida y
no esa mirada de amor inagotable.
Sólo el sigilo  recibió mis pasos que
tú bien conocías.
Lo dulce de nuestros nombres en tus labios
es ya un secreto sombrío.
Me cobijé en el recuerdo de tus manos sabias.
Envolví mi rostro con lo suave de tu sonrisa plena.
Volví a odiar que te marcharas,
seguido de un sincero arrepentimiento.
 Necia de mí, era el fin de tu flama, tu vela se agotó.
¿Por qué tanto egoísmo?
¿Por qué este abandono resurge en carne viva al evocarte?
¿Por qué en tu morada fría algo de mí se quedó ahí?
¿Por qué la expresión de tu foto ha cambiado y
ahora percibo más ternura en tu mirada?
¿Por qué intuí tu presencia ante mi llanto de niña?
Y, ante tantos recuerdos y fotos volví a ser feliz;
volvía a agradecer por el cobijo de amor, de protección
que siempre le diste a mi alma y a mi corazón.
No dejaré de atravesar cualquier destello en tu memoria,
recurriré a ti para hallar las fuerzas y
el coraje con  que me enseñaste a vivir.


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