BBG:
Me adueñé de ellas.
Ahí, en la penumbra, no perdía su mirada,
ese centelleo en sus ojos le hipnotizaba.
Sus labios carnosos le llamaban,
ya soñaba en aprisionarlos.
Todo era lozano, desconocido,
a la vez, pleno, maleficio.
En su sonrisa de niño se deleitaba,
pero cuando reía, parecía que cantaba.
En su cercanía y ternura,
el amor emanaba de su interior.
Rodeados de flores, brisa ligera,
no veía la luna ni las estrellas.
Sorpresivamente, le tomó entre sus brazos y
en su beso le trasladó al infinito,
evocando a los astros, en el límite de su empeño.
Ya engendraba amor,
era un despertar tardío, era profundo,
abierto, valioso, sin temor, con determinación.
E intempestivamente, entre esos despertares,
también se revelaba un bello amanecer.
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