Fue tras ella, tocó a su puerta, varias veces,
con esperanza, no se retiró hasta que dio la cara.
Su ojos llenos de felicidad, brillaban,
sus largas pestañas que aleteaban al mirarla y
el trino de sus palabras, con la miel de kiso,
terminaron por cautivarla.
Bendito sea el amor!
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