Conversando seriamente con mi corazón, abrí el volumen de los secretos, deseaba encontrar respuestas y hacerlo entrar en razón; sacudí el polvo, sequé las lágrimas reprimidas, las vertidas e ignoradas, ya habían evaporado. Hallé suspiros contenidos; la fortuna de la sinceridad y la pobreza de la mentira; sus soles brillantes y los grises; sus lunas en bruma y las nítidas; promesas incumplidas, rotas y olvidadas; su amor marchito y el recién nacido; su desolación doblada; sus tropiezos y caídas; sus desalientos y alientos; su ingenuidad y malicia; el bien y el mal; ausencias y pérdidas; su abandono y diligencia.
Yo no recordaba la falsedad de un amor, la ansiedad y prisa de unos besos; las idas y vueltas de este corazón, algunas, palpitantes y, otras, agonizantes; sus triunfos y fracasos; sus ternuras inmaduras y eternas; sus emociones tercas, eran tantas, qué, no sabía qué hacer con ellas; sus noches lluviosas, frías y confusas. Ilusiones, tristemente, prendidas de imposibles, dejándose llevar en una corriente de rocío hasta el cielo, después, en ruina, paga el precio del engaño y la ilusión.
Casi rendido por los sueños, anhelos de amor que nunca debió suspirar; oprimido por los amores que hacen mal y negado a liberarlos, necio, siembra en aguaceros. Traicionado y desdeñado, sigue creando versos, sediento, ve promesas en el olvido. No entiende, no puedo con él, sigue obstinado, me asfixia lentamente, va contra corriente. Mi corazón equivocado, siempre!
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